Cheril se va a Pepinoni a pasar unas vacaciones y ya de paso comenzar a pensar en su propia novela, aprovechando que ahora todo el mundo escribe la suya. Ahí ha quedado con Amador, el Editor (anteriormente leñador y domador) que le va a conseguir toda la gente necesaria para que le rellene párrafos de su libro y así no tenga que hacer nada más que cortapegar, que es lo propio. Ah, y por supuesto siendo graciosos e ingeniosos, qué menos.
Por desgracia, al llegar a Pepinoni se da cuenta del chocho que tienen montado con los zombis. ¡Joder, no le dejan a una descansar en paz!
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