En el templo del Pepinaco, el Príncipe Pollo, famoso por sus profundos estudios de lo arcano, su intelecto supino, y por el hecho de tener un pie un poco más grande que el otro, esperaba una entrega de arogas, una sustancia que incrementaba el poder interior hasta el grado de Master del Universo. Con este poder podría ser tan fuerte que con sólo pensar mal en alguien, podría hacerlo explotar. Y eso molaba de la hostia.
Mientras tanto, y gracias a haber pasado tantas aventuras, Cheril había aprendido a volar y a tirar bolas de concentrado de malaideol carbónico (en forma de protoplasma), pero estas actividades le resultaban harto cansinas, hasta el punto de que le absorvían toda la energía vital. Investigando por los bajos fondos del Olimpo Chico (provincia de Badajoz), supo de las arogas que esperaba el Príncipe Pollo.
Entonces lo tuvo claro: tenía que intentar colarse por todos los medios en el Templo del Pepinaco e interceptar la entrega, para así adquirir el poder total y poder volar y echar bolas sin que le costase más que doblar el meñique, y de esa manera poder dominar el mundo y, en especial, someter a Eleuterio, el Mono Serio, su más pérfido enemigo.
Para lograr su objetivo, tenía que activar los tres altares de la tri-fuerza elemental Sila-Tsikl venciéndolos con los Talismanes Alemanes, lo que activaría el cerrojo de la puerta del Templo del Pepino; además encontrar la llave que le permitiría abrir dicho cerrojo.
¡Qué de cosas!
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